Juan Balaguer y Marcel Montlleó: dos artistas perplejos y sin tapujos

Artistas perplejos bajo la carpa de un circo es el nombre con el que han bautizado Juan Balaguer y Marcel Montlleó a su libro, un título que es, al mismo tiempo, homenaje y broma hacia la peluquería o su concepto (y con guiño al cine). Como el propio contenido del libro y en esta entrevista, se demuestra que se puede hablar de algo con conocimiento, con cariño, con pasión, y no perder la ironía y hasta la crítica. Eso es la autenticidad, y se agradece. Podéis comprobarlo vosotros mismos.

Artistas perplejos bajo la carpa de un circo (editorial La vocal de Lis) es un homenaje de Juan a Marcel, una “fotografía escrita”, como escribe él, de este “hombre asequible y normal, que prefiere dar a pedir, con una gran capacidad de trabajo y con una envidiable visión de la estética y de la moda”. Un retrato de un peluquero que ha trabajado en la televisión, en el cine, en la moda (con 2000 pasarelas a sus espaldas), pero, más que nada, en el salón.

Este libro no es, sin embargo, una biografía de Montlleó, ni un libro de historia de la peluquería, pero lo cierto es que, al final, acabas sabiendo mucho de ambos. Sobre todo, es un libro de vivencias y anécdotas que pueden hacer que empatices, que te teletransportes a tus propios recuerdos, al barrio en el que empezaste, al peluquero que fuiste o a las conversaciones que mantuviste con tu propia “Sofi” o tu “Neus”, con tus propias clientas.

Entrevista a Juan Balaguer y Marcel Montlleó

Pregunta- Juan, ¿cuándo y dónde surge la idea de este libro?

Juan Balaguer- Es una idea que se gestó en una comida, estábamos Raffel Pages, Marcel, yo… Éramos tres o cuatro, y se barajó esa idea: que se tendría que plasmar lo que pensábamos de la peluquería en un libro. Y pensé: «¿Por qué no lo hacemos entre Marcelo y yo? Para algo ha sido el peluquero al que más he admirado siempre, el que me ha hecho siempre funcionar. Él ha sido mi locomotora de tren.

Juan Balaguer: “Para mí, la idea principal era representar la visión de Marcel y a él mismo, porque es un gran peluquero y también todo un personaje de Barcelona”

P.- Qué bonitas palabras. Y, Marcel, ¿tú qué piensas cuando te lo propone: te apetece, te hace ilusión, te da reparo…?

Marcel Montlleó- Al principio pensé: “¿Pero tú crees que esto tiene algún interés para la gente?” Si todavía me dices que es sobre Raffel Pages, o Llongueras… Y, cómo no, de muchos otros, pero sobre mí, cuando yo he ido siempre por libre, metido siempre en mi salón… El caso es no lo veía yo claro, pero el tío me fue envenenando: “ya verás que no vas a tener que hacer nada, yo vengo y hablamos”, “va a ser como una entrevista larga, tú respondes a las preguntas que yo te haga y listo”… Y luego resulta que ha sido un trabajazo para los dos, pero lo cierto es que estamos muy contentos.

P.- ¡O sea, que te engañó!

M.M.- Me engañó, pero me animó también, me contagió sus ganas y lo hicimos con mucha ilusión.

P.- Entonces, ¿cómo fue la elaboración del libro? ¿Juan traía una lista de temas y le ibas dando tu opinión o contando anécdotas?

M.M.- Así fue. Un día a la semana, él traía su lista de temas; él me preguntaba y yo contestaba. El problema fue al transcribirlo, porque ahí nos dimos cuenta de que era un popurrí interesante. Pero es que nuestra intención no era hacer un libro de peluquería como tal, con las técnicas de corte de tal peluquero, en el que da su visión del cabello… Tampoco es un libro de historia de la peluquería o sobre su evolución, nos queríamos alejar de esto y también de una biografía (tampoco tiene mucho interés para nadie ese rollo de “nació el 4 de mayo en la calle”…). En cambio a él, a Juan, le parecía que las vivencias de un peluquero sí podían ser interesantes para otro peluquero, porque le iban a permitir contrastarlas con su propia vida.

P.- ¿Fue difícil llevarlo a cabo?

J.B.- Para mí, la idea principal era representar la visión de Marcel y a él mismo, porque es un gran peluquero y también todo un personaje de Barcelona: quería hablar de sus amistades, de lo que ha ayudado a otros peluqueros, de sus colaboraciones… Es, además, de los peluqueros más importantes de nuestro país: por su visión, por su manera de trabajar, que es impresionante. Y es un tío tan sencillo, con el que es tan fácil trabajar, tan cercano y sensible… que no, no ha sido nada difícil. Sencillamente es que no había hecho nunca nada así, y de hecho, con tanto material, me daba miedo no poder terminarlo.

M.M.- Tenemos que tener en cuenta que, evidentemente, le hará gracia a una generación, que es la nuestra. Los de la generación de ahora no sabrán ni de qué hablamos, ¡ellos están con la Rosalía y sus cosas! Pero a los nuestros sé que les gusta porque recuerdan, porque lo han vivido y saben de lo que hablamos. ¡Y a nuestros propios clientes! A los de Juan, a los míos, a los de Pagés; les hace gracia porque les revivimos una Barcelona que vivieron.

Juan Balaguer y Marcel Montlleó
Artistas perplejos bajo la carpa de un circo, de Juan Balaguer y Marcel Montlleó

P.- Marcel, dices desde el prólogo (y lo dejas caer desde el título) que no estás de acuerdo con aquellos que os llaman artistas. ¿Te infravaloras o es que no quieres caer en sobrevalorarte?

M.M.- Es evidente que hay mucho peluquero artista, y se ve cuando nos reunimos todos en las galas de premios. Pero nuestro trabajo diario no es de artista, es de resolver, como dirían los cubanos. Y creo que eso, por supuesto, requiere una visión amplia, escuchar al cliente, ver las posibilidades que tenemos, y luego hacerlo y acertar, ¡que ya es mucho! pero no, no me llames artista. ¡De artista son las paridas que hacemos los peluqueros para otros peluqueros!

J.B.- El peluquero no debe ser sino un artesano que tiene que satisfacer los deseos, las necesidades de sus clientes. Lo que no entienden algunos es que trabajando 7 u 8 horas al día en el salón no se puede ser un artista. Y no se nos respeta; la gente piensa que hacemos milagros.

M.M.- Aquí voy a diferir de Juan. Él dice que no nos respetan y yo digo que sí, nos respetan, pero no nos valoran. ¡Y menos ahora, que estamos en este momento tan absurdo de las melenas hasta el culo, las balayage, las queratinas…! Para un peluquero de nuestra generación, esto es un absurdo.

P.- Precisamente te iba a decir que me gusta cuando habláis de cómo eran (al menos, en vuestro entorno) los peluqueros en los setenta o en los ochenta, y te quería pedir una reflexión sobre aquellos años y la comparación con ahora, con la moda, con las tendencias de ahora.

M.M.- Para empezar, considero que no podemos hablar de modas ni tendencias: eso ya no existe. Ahora lo que hay es un clonismo puro. Todo el mundo, más o menos, quiere vestir igual y quiere el mismo peinado, y hay un porcentaje muy pequeño de personas con gracia y con personalidad. Los hay, porque los veo, y de verdad que les aplaudiría, porque me harto de ñoñeces.

Lo que más me sorprende, fíjate, es que en los 90 todas las periodistas nos preguntaban por cómo veíamos la moda que venía, la de los años 2000. Y para nosotros era como en El quinto elemento. Nunca habríamos podido adelantar ni imaginar esta regresión en el mundo estético. Es curioso, ¿no?

Yo, que soy un vicioso y veo todos los desfiles, vuelvo a aquellos años y a las maravillas que se hacían y pienso que eso ya no existe. No hace falta mirar solo a Barcelona: ibas a París o a Londres en los 90 y veías a esas mujeres que era para caerse de culo. Y me sigo sorprendiendo de lo requetecutres que son los 2000 y los 2020. En cuanto a todo: la estética, la moda, la peluquería… Nos imaginábamos un futuro aséptico, limpio, minimalista, y lo que hay en la calle es el cutrerío máximo. Y mira que no soy nostálgico, porque cuando veo gente guapa (que la hay, solo hay que saber dónde ir), babeo, pero es que el porcentaje es muy bajo. El chonismo se ha apoderado del mundo. Y eso que en aquellos años teníamos, por ejemplo, la influencia sajona, ese gusto inglés de mezclarlo todo y que era realmente feo, pero a mí me gustaba mucho porque era kitsch, tenía un valor, pero el chonismo no tiene ningún interés, es facilón. La gente ha perdido el gusto por ir guapa (aunque he de decir que hablo de Barcelona; en Madrid, esto no me pasa tanto).

Marcel Montlleó: “Es evidente que hay mucho peluquero artista, y se ve cuando nos reunimos todos en las galas de premios. Pero nuestro trabajo diario no es de artista, es de resolver, como dirían los cubanos”

P.- ¿Ha habido algún tema que, por ser demasiado personal o por cualquier otro motivo, haya quedado fuera?

M.M.- Bueno, yo he sido, si quieres llamarlo así, “dulce y suave” con mi vida personal y mis parejas; lo cual, sorprendentemente, luego me ha hecho llevarme algunas regañinas por su parte, porque, según dicen, no he contado exactamente cómo fueron las cosas. Yo no quería profundizar, quería pasar de puntillas, y resulta que les habría gustado que hubiese entrado en detalle, así que me he llevado un palo por no haber contado las requeteputadas que les he hecho yo a ellas y las requeteputadas que ellas me han hecho a mí [risas].

Más allá de bromas, es evidente que nos hemos dejado cosas porque no han surgido, pero si hubiesen salido las habríamos comentado. Pero mira, las cosas son como son y no hay que darle más vueltas, ¿no?

P.- Y tú, ¿Juan?

J.B.- No; no, se me ha quedado nada en el tintero. Además, cuando le propuse esto a Marcel me dijo que contara todo lo que yo quisiera, incluso lo que no había hecho bien, pero como no hay muchas cosas que él no haya hecho bien, esa parte se ve poco reflejada en el libro

Entrevista publicada originalmente en la revista Coiffure Professionnelle #400